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BOLATOKI Y JUEGO-
EN LA LLANADA ALAVESA
Entre deporte y tradición
MUCHOS PUEBLOS DE LA LLANADA ALAVESA MANTIENEN SUS JUEGOS DE BOLOS Y PRACTICAN ESTE DEPORTE ANCESTRAL
FERNANDO SÁNCHEZ ARANAZ
La etnografía es la disciplina que se ocupa de la descripción de los usos y costumbres de los pueblos, entre ellos los juegos y los deportes rurales. Hasta hace relativamente poco tiempo, este ejercicio se hacía en presente. Sin embargo, en la actualidad, gran parte de los estudios etnográficos deben referirse necesariamente, al menos en parte, al pasado. Esto es debido a que la vida y las costumbres de las personas de unos sitios y de otros cada vez se parecen más entre ellos -
A pesar de ello, todavía existen actividades que se resisten a desaparecer, bien sea porque sus protagonistas se aferran a ellas, en defensa de una identidad colectiva, o porque la costumbre se ha transformado en tradición. En aquellos tiempos en los que no existía televisión, ni la gente disponía de vehículos para trasladarse de un sitio a otro, las tardes de los domingos en los pueblos podían resultar muy largas. Una de las maneras de pasar esas horas era la del juego de bolos, que a finales del siglo XX vivió una época dorada, con campeonatos interpueblos animados por extraordinarios almuerzos en los que participaban casi todas las localidades de Álava, y que desplazaban, de unos pueblos a otros, no sólo a los equipos de jugadores, sino a gran número de aficionados.
Estos campeonatos todavía existen, pero no con la brillantez de hace unos años, entre otras cosas porque los jóvenes de entonces se han hecho mayores. En efecto, el juego de bolos es una modalidad deportiva -
A pesar de ello, el campeonato de bolos sigue formando parte de las fiestas de casi todos los pueblos alaveses, especialmente en la Llanada y en la Cuadrilla de Zuia, la mayoría de los cuales siguen disponiendo de sus juegos de bolos, a veces erróneamente llamados boleras. El juego de bolos no es exclusivo de Álava, pues se practica también en el resto del País Vasco -
La dispersión geográfica en una época en la que las comunicaciones no eran las de ahora provocó una gran variedad de modalidades de juego. En la Llanada se han practicado dos modalidades, la de juego de palma a cuatro, o alavés, y el de palma a remonte barrundiarra. La diferencia entre ambas estriba en la situación del tablón-
El juego de palma de cuatro es el más practicado en Álava. El terreno de juego es un rectángulo en medio del cual se coloca una guía de tablones de unos 29 centímetros de ancho por unos 15 metros de largo que se denomina loma. La bola, sin asideros, es de madera y de un diámetro de 12 a 15 centímetros. Al final de la loma se colocan cuatro bolos de madera, denominados cantón, guarda, medio y carraca. El jugador se coloca frente a la loma poniendo uno de sus pies en un pequeño agujero hecho en el terreno llamado pato o parra.
La bola se sujeta en la palma de la mano, de ahí el nombre de la modalidad del juego, y tras impulsarla se suelta para hacerla rodar por la tabla, quedando quieto el jugador en el pato o corriendo tras la bola como queriendo animarla. El juego consiste en derribar los bolos, bien con la bola que se ha deslizado por la loma, bien unos bolos a otros después de haber derribado el cantón con la bola. Para que la jugada sea válida la bola no debe haber salido de la loma en su viaje hacia el cantón. Si el jugador no tira ningún bolo, o si tira alguno sin haber derribado previamente el cantón, la jugada es nula y se denomina zula. Los juegos se hacen a partida, que comprenden ordinariamente tres juegos. Se juegan mano a mano o por equipos, contabilizándose los bolos válidos tirados por cada equipo y ganando el equipo que más bolos haya derribado al final de la partida. La modalidad de remonte de Barrundia se diferencia en que el tablón o loma, en lugar de estar en el centro de la pista, se encuentra en el costado derecho, estando el espacio entre el tablón y la pared ligeramente elevado, lo que modifica la técnica en la tirada.
Según el pormenorizado estudio realizado por Victorino Palacios en su obra Patrimonio Arquitectónico de la Cuadrilla de Salvatierra-
La diferencia principal entre estos juegos es que unos disponen de cubierta y otros no. Son cubiertos los de Arriola, Heredia, Larrea, Mendixur, Hixona, Gereñu, Langarika, Trokoniz, Ulibarri-
El actual juego de bolos de Ulibarri-
Se puede suponer que en un principio no existiría un espacio específico para el juego de bolos, sino que se jugaba de una manera más o menos improvisada, pero con el tiempo se dispondrían de instalaciones fijas. Los juegos de bolos se han situado habitualmente junto a la iglesia, principalmente porque era el espacio público de la plaza del pueblo. En otros casos, como en Mendixur y Elburgo, se encuentra asociada a la Casa del Concejo.
El juego de bolos fue tan importante en otros tiempos que los pueblos sacaban a subasta su organización. Victorino Palacios, en la obra citada, publica dos ejemplos a este respecto, provenientes de Gereñu y de Ozaeta, fechados en 1884 y 1925. Quien se hacía con el servicio podía cobrar por las tiradas, pero se hacía cargo del mantenimiento de las instalaciones, según contrato con el Concejo. Una de las cláusulas del de Gereñu decía: "Si alguno quisiera jugar vino será antes que el dinero, pero después que hubiere jugado no permitirá el bolero jugar los contras de vino que hubieran jugado".
BOLATOKI ó JUEGO BOLOS
Quienquiera que vaya a un pueblo alavés podrá ver, junto a la iglesia parroquial o cerca de los más importantes santuarios o ermitas, un pequeño recinto, cubierto a veces con un rústico tejadillo y siempre al resguardo del norte; unos toscos tablones de haya, encina o roble rodean a una o tres tablas alineadas en el suelo y, sobre ellas, arrinconados ciertos bolos de madera y alguna bola de pequeño o gran tamaño; es el “jobolos”, “juego bolos”, “carrejo”, “cas de los bolos”, o “bolatoli”, denominaciones que, según las comarcas o, mejor, las cuadrillas, por usar el término propio de Álava, se dan al juego de bolos, el cual está allí “desde siempre”, como dicen los aldeanos, palabras que demuestran el entrañable arraigo que en la Provincia tienen ancestrales tradiciones.