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EL CINE EN AGURAIN
En la cabina Gastón y Gotxon rebobinan manualmente y en silencio una las tres grandes cintas que componen la película, ajenos al alboroto que monta la chavalería tirando petardos en las tres primeras filas de abajo compuestos por tres bancos corridos, Murgui y Centol se desquician intentando poner orden en el gallinero, en la zona noble de arriba el señor alcalde con el secretario y la gente de bien comentan los últimos sucesos acaecidos en la Villa.
Se apagan las luces y comienza la película, por fin el silencio. Es domingo, seis de la tarde primera sesión en el Gran Cinema Heredia, un cine de los de antes.
Llega el descanso, un joven recorre las filas de butacas y exhibe una cesta mientras vocifera: ¡Cacahuetes, pipas, garrapiñadas¡.
Afuera en la sala la gente aprovecha el ambigú para tomar algo en el bar o para ir al servicio.
HISTORIA DEL CINEMATOGRAFO EN AGURAIN
El cinematógrafo enlazó sus inicios con toda una tradición de ocio en la que se mezclaban elementos tradicionales – como romerías y ferias – con otros más modernos – cafés orquestas y espectáculos de comedia.
De la mano de barraqueros y feriantes el nuevo invento entró en cafés y recorrió ciudades y pueblos aprovechando las diferentes fiestas patronales o cualquier acontecimiento local.
En las ferias se proyectaban películas de escasa duración junto a los puestos de churros, aguardientes, gaseosa, rosquillas, charlatanes, tómbolas, fotógrafos ambulantes, ciegos tullidos, etc..
PRIMERAS PELICULAS MUDAS
Nuestra villa inauguró el séptimo arte con la proyección de películas mudas en "El Casino de Salvatierra" en la Plaza de San Juan, donde también se daban conciertos de piano.
Años después las salas anunciaban con una tira pegada en los carteles la novedad de filmes doblados al castellano y en color. Atrás quedaban las subtituladas en blanco y negro.
Fausto Mingueza recuerda en estos tiempos, al inicio de los años cuarenta, con doce años, cuando a la salida del colegio iba directamente a rebobinar cintas al Nuevo Teatro para ayudarle a su padre, Teófilo uno de los pioneros del cine vasco.
EL CINE DE LA POSTGUERRA
En pueblos como Santa Cruz de Campezo aprovechaban para la proyección de pelíclas el salón que albergará el posterior baile; en Legutiano se utiliza la obsoleta ermita de la Magdalena; en Araia, Agurain y Llodio ya poseen sus propios locales de cine al igual que las salas vitorianas de El Teatro Príncipe, El Cine Amaya, El Nuevo Teatro o el Ideal Cinema, más conocido popularmente como La Barraca.
Años de postguerra, dictadura, autarquía insatisfecha y corros alrededor de la radio, donde el cine era la oferta de ocio más moderna y solicitada.
Con una moneda de un real, es decir 25 céntimos, un chaval de los años cuarenta gastaba 20 en la entrada del cine y 5 en un bocadillo. Y todavía les parecía caro, qué tiempos aquellos..!, recordaba Teófilo Mingueza. Precios de "gallinero".
Pocos años después las entradas costaban 2 pesetas y las de patio "el gallinero" 90 céntimos. Muchos chavales no veíamos ni la película, ahora hay más formalidad.
EL SALON CINEMA HEREDIA
La familia Heredia, propietaria de varios cines en la capital bilbaína delegó en su sobrino Gotxon Otxoa de Chinchetru la apertura en los años cincuenta del cine de Salvatierrra "EL SALON CINEMA HEREDIA" situado en la Calle Generalisimo Franco , hoy Calle Mayor con capacidad para 200 personas, con "gallinero" incluido. Pero aquí el gallinero estaba situado en la parte de abajo, donde se ponían los más "pobres" y los niños, mientras que arriba era lo más caro y donde mejor se veía las películas.
Allí trabajaba su hermana Miren Otxoa de Xinchetru, Miren "la del cine" que vendía las entradas y un tío suyo, más tarde le ayudaban Donés, Centol y Murgui que trabajaban de acomodadores o vendiendo chucherías.
Recuerdo a Manolo Madrazo, el de la Ramona, que pasaba con su cesta con chucherías, vendiendo en el cine.
Alvaro Gastón que era uno de los operadores y contaba que como Gotxon, si había partido de fútbol en Bilbao del Athletic, no acudía esa semana a la proyección.
Este operario recordaba de entonces las películas de Manuel Ligero o Imperio Argentina o títulos como "La alegría de la Huerta", Agustina de Aragón y la Dolores.
LA CENSURA
Con la censura un beso nunca se veía. Al principio la gente no de daba cuenta de que esos fotogramas estaban cortados. Luego ya se dieron cuenta y silbaban cada vez que se quitaba algo, recordaba Alvaro Gastón
Antes de cada proyección también se pasaba el NODO, que era una especie de noticiario franquista.
Contaba Gastón que para poseer el carnet de operador de cine se necesitaba aprobar antes un examen teórico y práctico, ya que los operadores eran responsables de la calidad de las proyecciones.
Por ello, al entrar en un cine cada uno se daba cuenta si el cinematógrafo estaba bajo las manos expertas de un operador o no.
Su principal tarea consistía en estar continuamente al cuidado de la distancia entre los electrodos que formaban el arco voltaico y que poco a poco se iban desgastando.
Estos electrodos, conocidos comúnmente como carbones, no permitían ni estar minimamente más separados o juntos de lo establecido, ya que repercutía automáticamente en la pérdida de calidad de la imagen en la pantalla.
Otra de las labores era la de estar pendientes de las lámparas para que la imagen saliera enfocada y brillante. También rebobinaban manualmente los distintos rollos de cada película y los empalmaban, arreglaban las pequeñas averías del proyector y los fotogramas que llegaban rasgados.
Hoy, el único conocimiento que se exige a un operador de cine es que sepa apretar el botón de encendido.
Fausto Mingueza, recordaba en el cine Gasteiz la proyección de Cleopatra en 1968 con el formato de 70 milímetros, doble que el actual y con el sistema de sonido Tud Dad. Ha sido el mejor sistema de sonido que ha habido, pero no prosperó porque sus costes eran muy altos.
La imagen ocupaba 18 o 20 metros de pantalla. El sistema de sonido tenía seis canales, uno de ellos de ambiente. Hoy también hay seis canales pero salen sólo de una línea. Antes había seis canales y seis amplificadores. El espectador cerrando los ojos sabía de donde venía el sonido.
Con la reducción definitiva de 70 a 35 milímetros aparecieron en compensación sistemas de ampliación de pantalla como el Cinemascope o la Vista Visión.
Estos operadores se identifican o se ven reflejados en películas como "Cinema Paradiso" , como no, la vida de un operador de cine de los de entonces y un niño. Se ven reflejados en su niñez rebobinando y enredando cintas en la cabina con su padre, como Mingueza, y acompañado en el cine.
El mayor peligro de entonces eran los frecuentes y peligrosos incendios que ocurrían debido al celuloide, un material extremadamente inflamable, cerca del cine Heredia tenía también su taller de fotografía Pepe Olalde, Pepe el fotógrafo, al que un buen día se le quemó por completo, perdiendo todo su archivo fotográfico.
Hoy en día las cintas de las películas son de poliéster, que no es inflamable. Cuando ardía el celuloide lo que no había que hacer nunca era abrir el bombo del proyector, que es justo lo que hacen en "Cinema Paradiso" y lo primero que se te ocurre. Si no lo abrías, dentro del bombo no había oxigeno suficiente y sólo se llegaban a quemar uno o dos metros de película y se terminaba el incendio. Luego se unían los dos extremos rascando y con acetona. Quedaban unos empalmes estupendos.
CINE AGURAIN – ARTAGAN MENDI
A principios de los sesenta se construyeron unos pisos nuevos junto al Ayuntamiento de Agurain y aprovechando los bajos y la muralla se construyó el Cine Agurain y el Bar Artagan Mendi, que servía de ambigú por una ventana que se unía a dicho Cine.
El cine tenía una capacidad para más de 600 personas y estaba dotado de una gran pantalla para las proyecciones de películas. Allí pasamos nuestra juventud viendo y soñando con las grandes películas del momento.
Pero la familia Ochoa de Chinchetru no tuvo continuación y un buen día se cerró este cine y quedó en el más absoluto silencio hasta el año 1997, tras quince años cerrado, fue cuando el Ayuntamiento recuperó la antigua sala y creó el Harresi Aretoa, mientras tanto unos años se estuvo proyectando películas en el Teatro del "Matadero".
CINE DEL MATADERO
A comienzos de los años ochenta la Agrupación Aguraingo Aukera con el apoyo de un grupo de aficionados al cine y miembros de la asociación de cultura de Agurain recuperan el cine, teatro y toda clase de representaciones culturales. Entre los que proyectaban y colaboraban a recuperar el cine en el pueblo estaban María Luisa Murguiondo, Centol, Juan Carlos Linares, Alfredo Uriarte y muchos otros que consiguieron trae durante unos años de nuevo la magia del cine a Agurain.
Una de las salas de los bajos del matadero se utilizan para ensayos de la Banda de Música, otra se utiliza para trabajos de barro y cerámica con horno incluido y el resto para baños y sala que servía de camerinos con una escalera de caracol de hierro interna que daba acceso al teatro.
En la parte superior se encuentra el escenario con la pantalla del cine, una sala con graderíos y sillas como para unas 200 personas, además de una cabina donde se encuentran el proyector y todo lo demás.
En el año 1997 recuperará el cine tras quince años cerrado.
El Ayuntamiento de Agurain compró el local, que volvería a abrir este mismo año. (El Correo – 1997)
La localidad alavesa de Agurain volverá a poder disfrutar del cine que ha permanecido quince años cerrado. El Ayuntamiento ha adquirido el antiguo "Cine Agurain" por 35 millones de pesetas y espera ponerlo en funcionamiento en el invierno de 1997.
Las 682 butacas del locla acogerán nuevas películas, teatro y todo tipo de actos culturales, una vez que se proceda a su restauración.
La adquisición del "Cine Agurain" ha fructificado tras largas conversaciones mantenidas entre el Ayuntamiento y la empresa propietaria. Los responsables municipales aseguran cerrado el trato por 35 millones de pesetas.
La Corporación, dirigida entonces por Iñaki Beraza, mantuvo conversaciones con los departamentos forales de Urbanismo y Cultura para poder financiar dicho proyecto. Los arreglos que necesita el edificio son los que requieren mayor presupuesto.
UNO DE LOS MAYORES CINES DE ALAVA
La gran capacidad del cine, que cuenta con 682 butacas, hace que sea uno de los mayores de Alava. Además de su gran capacidad, las paredes disponían un revestimiento especial insonorizado que fue pionero en el momento de su construcción en el año 1962.
El equipo de proyección, pese a su antigüedad, está en perfecto estado y se pensó en un primer momento mantenerlo.
Textos: Revista ENZA
Fotos: Javier Migueza