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Paseo otoñal por el hayedo mejor conservado de Alava, con una fantástica historia de conflictos.
Ver caer la hoja y pisarla en la alfombra parda del bosque anuncia la estación de los colores más intensos .
Entre todos los otoños posibles que la naturaleza nos ofrece, hay uno que brilla con tonos texturas propias: el del hayedo. Y si existe una masa forestal donde esta especie "nace como el trigo", con un sello singular esa es sin duda la sierra de Entzia, también conocida por la institución secular que ha gestionado y la ha conservado como un tesoro: la Parzonería de Entzia e Iturrieta.
Situadas en el oriente de Álava, en el límite con Navarra, constituyen la continuación geográfica de las sierras navarras de Andía y Urbasa, aunque unos trabajos de el historiador de Eulate en las Ameskoas, Balbino García de Albizu, nos habla que hace más de mil años toda esta Sierra de Urbasa se llamó Entzia y sólo Urbasa se denominaban a los rasos, tal y como atestigua en un trabajo suyo titulado: "Urbasa ya no es lo que era".
Lo que comprende la actual Sierra de Entzia en Alava son 5.000 hectáreas de magníficos bosques de este emblemático árbol y pastizales naturales en los que viven en las estaciones cálidas, aunque actualmente aguantan has tas primeras nieves y heladas de finales de Noviembre, desde primeros de Mayo más de 5.000 cabezas de ganado.
COMO LLEGAR A ENTZIA
La forma más rápida de acercarnos a esta meseta con una altitud media de 1.000 metros, un relieve suave y cimas no más elevadas de los 1.200 metros, es el Puerto de Opakua al que se accede desde Agurain, capital de la Llanada Oriental en la Nacional 1.
El hecho de que no sea parque natural, aunque tiene las condiciones de serlo, facilita el acceso en vehículos. Una vez allí podemos parar en infinidad de pequeños aparcamientos que jalonan la pista principal, así como las secundarias, deterioradas por la falta de mantenimiento. Majada de Mezkia, Eznavarretas, Urkibi, Itaida, Igorita, Arrasate, Igorita Txipi, hasta Legaire… cada lugar es un paisaje diferente, aun que el bosque no parezca todo igual.
El hayedo, cualquiera de ellos, es una verdadera catedral forestal.
Troncos verticales, casi perfectos, de tonalidad gris buscan el sol en las alturas a más de 30 metros. El suelo, limpio de maleza, permite andar sobre una alfombra de crujiente hojarasca.
La majestuosidad, el sosiego, la magia, la belleza y la fuerza de los árboles impregnan al caminante.
La cosecha de hayucos dará alimento a una variada fauna, en la que destacan animales como el gato montés, el lirón, la marta, el turón, la tarabilla, la garduña y la chova piquirroja.
ARCOS Y MEGALITOS
De entre todos los rincones maravillosos de la Sierra, algunos fotógrafos entre ellos Daniel Rivas de la asociación cultural Alava Visión ha escogido tres:
La zona de Arno: tiene lugares encantadores como el arco, una zona con formaciones impresionantes, una roca con forma de elefante, o un árbol seco que desafía a la gravedad apuntando al cielo como un dedo acusador.
El segundo enclave que vale la pena, es el gran laberinto de piedras de Arrasate, junto a la barrera de piedra de los navarros, entre Itaida e Igorita.
Ye el tercero las campas de Legaire, cuando pasta el ganado, con sus monumentos megalíticos y las bordas de los pastores, más arriba coronando la cima de Ballo y en medio el Cromlech de Mendiluze, rey del solsticio de verano.
TEXTOS Y FOTOS:
F. Góngora
Alava Visión
Aitor Otegui Elorza
Kepa Ruiz de Eguino