La Guerra Civil 1936 -IV - salvatierra-agurain

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La Guerra Civil 1936 -IV

La Guerra Civil 1936

ELECCIONES A DIPUTADOS A CORTES
RESULTADOS ELECTORALES


                                                            AÑO 1933

    AMOROS              Republicano                                   14 votos
    LANDABURU       Partido Nacionalista Vasco        424 votos
    ORIOL                   Partido Tradicionalista               182 votos
    SUSAETA              Republicano                                   52 votos

                                                                            Total…..672 votos
                   
                                                          Censo electores….925 votos


               AÑO 1936  (16 de Febrero)


    ESTRADA              Acción Popular                           136 votos
    LANDABURU       Partido Nacionalista Vasco       317 votos
    ORIOL                   Partido Tradicionalista              182 votos
    VIGURI                  Republicano                                101 votos

                                                                           Total     736 votos

                                                         Censo electores    964 votos



El día 12 de Abril del año 1931 se celebran las restablecidas elecciones democráticas, para la constitución de los ayuntamientos por los electos en sufragio universal y como consecuencia del resultado de la votación se produce un cambio cuantitativo, la caída de la Dictadura y la Monarquía con aquella. Y se restablece la libertad de expresión.

Agurain y su comarca, que se caracterizaba por el sentimiento reivindicativo de los Fueros, Buenos Usos y Costumbres, se decide en su mayoría del vecindario por el ideario nacionalista, participando hombres y mujeres en las actividades de la sociedad constituida con el nombre de Juventud Vasca, el 12 de Mayo de 1931, al mes de las votaciones que dieron lugar a la reinstauración de la República.

Seguidamente se fundó el Centro Republicano que se cerró y disolvió en el tiempo anterior a la guerra organizada por los militares y otros poderes fácticos

En aquella coyuntura se acentúa la participación de mayores y jóvenes de ambos sexos en las realizaciones de la sociedad nacionalista, asistiendo y participando en conferencias, grupos de teatro, coros, bailes, euskera, campaña de Navidad propaganda y políticas en igualdad de ambos sexos según sus posibilidades.


En este periodo se reconoce el derecho de voto de la mujer.



LA GUERRA CIVIL


Al producirse en el mes de Julio de 1936 el estallido de sublevación y toma del poder en la capital de Alava, en esta localidad proceden a la clausura del principal centro cultural y político, la Sociedad Juventud Vasca, con amplios locales frecuentados por sus numerosos socios hasta la fecha de su precintado.



Pocos días transcurren en paz hasta que se producen detenciones, destituciones de honorables empleados municipales, reclutamiento forzoso de mozos y casados, multas a vecinos y destierros y castigos por sus ideas políticas anteriores a la guerra y represión popular produciéndose un clima de terror, sensación de impotencia y aislamiento familiar.

El miedo se estableció en la Villa, en aquella situación no se habla en público por temor a interrogatorios. Esta situación se prolonga los años de la contienda y después algunos años de la postguerra.



SOLDADOS DE AGURAIN SALVATIERRA MUERTOS EN LA GUERRA DEL 36


Contaba Jesús Ruiz de Larramendi que en el año 1936 las fuerzas políticas que quedaron en minoría según el resultado electoral el 16 de Febrero del mismo año, organizaron la sublevación y un grupo armado poseído por el odio penetró en esta comarca y sacando de sus casas a dos maestros en presencia de sus familiares se los llevaron para poner fin a sus vidas aquella misma noche, suponemos que Jesús habla de los maestros de Galarreta y Zalduondo.

Meses después un sacerdote natural de ésta Villa, que ejercía su ministerio en un pueblo de Vizcaya, encontrándose detenido y asaltada la prisión por un grupo armado incontrolado, fusilaron a varios presos, siendo éste uno de ellos, saliendo con vida, aunque el tiro de gracia le dejó ciego para toda su vida.



Frente  a las movilizaciones forzosas bajo graves castigos para quien no se incorporase para tomar las armas en la guerra que titulaban de Cruzada por Dios, pero como toda guerra impregnada de resentimientos y rencor, que destruye la paz y divide al pueblo en grupos antagónicos, quienes antes, sobre sus ideales políticos, prevalecía la hermandad y la normal convivencia.

Murieron violentamente en aquella guerra veintiún jóvenes de nuestra localidad.

Entre ellos se encontraba mi tío Cándido Ruiz de Eguino.

El día 23 de Diciembre del año 1938, víspera de la Nochebuena, un obús explotó en el camión que trasladaba a varios soldados de Salvatierra muriendo muchos hijos de la Villa.



RACIONAMIENTO


Durante la guerra del 36 al 39 y la posguerra fue impuesto en racionamiento, muy escaso para la alimentación del pueblo (el aceite, legumbres, carne, pan, etc..).

Eso motivó que se restableciese la elaboración de pan casero, la matanza del cerdo se incrementará en alto grado y la crianza de aves se reactivará, hasta mediada la década de los 50 en la que se suprime el racionamiento y se inicia la normalización del abastecimiento a los comercios de los productos alimenticios y otros, así como con la mejora de los transportes, lo que produce el receso a la situación anterior al angustioso periodo de la escasez y muy pronto con más número de productos en oferta.

Además de poner en cal los huevos, amasar el pan durante éstos años apenas se comía carne, salvo la de los cerdos que se mataban en casa, no llegará la carne de vacuno congelada de Argentina hasta los años 50.



Agur eta ohore

Los maestros de Zalduondo, Galarreta y Gordoa fueron fusilados por los militares el 9 de agosto de 1936. Hoy, Álava salda una deuda con Bernardino, Mauricio y Miguel


Vitoria, David Ortega
-.


La guerra civil llegó en coche desde Vitoria

Era el 23 de julio de 1936, y apenas habían pasado seis días desde que los militares fascistas se sublevaran en Melilla contra la República. Los ecos del golpe de Estado llamaron a la puerta de la localidad alavesa de Galarreta en forma de vehículo con cuatro personas, tres militares y un civil, en su interior. Preguntaban por Pedro Salinas, apodado El Americano por los años que pasó en Alaska, y Bernardino Domingo, el maestro del pueblo. En ese momento sólo querían tener controlados a estos dos hombres, que simpatizaban abiertamente con la República, pero unos días después ese coche volvería acompañado de veintiséis requetés. Sus ocupantes ya no traían palabras, traían balas.

La dictadura daba sus primeros pasos, aún en forma de golpe militar, pero las hienas empezaban ya a oler a sus víctimas, a las que a lo largo de los años previos habían marcado con una diana en la cabeza. Porque ni Pedro Salinas ni Bernardino Domingo eran precisamente unos desconocidos en el pueblo, como tampoco lo eran Mauricio Rodríguez, profesor de Gordoa, ni Miguel Gil, que educaba a los niños y niñas de Zalduondo. La historia de estos cuatro alaveses, cuyos nombres reconocerán probablemente los lectores de El hijo del acordeonista, de Bernardo Atxaga, culminó con el fusilamiento de los tres maestros y la huida de Salinas, en un recorrido que les llevó de sus pueblos natales a la Sierra de Urbasa, pasando por Vitoria.

Los familiares de estos profesores recuerdan cada año su legado en la sima de Otxaportillo, donde reposan sus restos junto a los de decenas de represaliados en la guerra civil, cada primer domingo de septiembre, pero hasta ahora no contaban con ningún reconocimiento en las localidades en las que tantos años se dedicaron a formar a distintas generaciones de pequeños alaveses. Y educar a los niños en valores de libertad era algo que el fascismo no podía soportar. Por eso, una vez llegaron las primeras noticias de la sublevación, los militares tardaron muy poco en poner precio a sus cabezas.

Según relata el historiador Javier Gómez Calvo en su minucioso ensayo Historia de Galarreta, de la dictadura de Primo de Rivera a la Guerra Civil, el cura de esta localidad alavesa, Daniel Arrate, que también lo era de Zalduondo, acostumbraba a cargar en sus homilías contra los que leían "los periódicos de Madrid". La referencia no era baldía, pues todos los vecinos que acudían a misa sabían que se refería -entre otros- a los maestros de la zona, que se informaban a través del que por aquel entonces era el diario que ejercía de punta de lanza para republicanos y defensores del reformismo, El Sol, con firmas como las de José Ortega y Gasset. El púlpito habló y el ejército escuchó. En un pueblo tan pequeño como el Galarreta de la época, donde las paredes de la iglesia hacían las veces de frontón hasta la inauguración de uno en condiciones, sus habitantes "eran conocidos por un menor fervor religioso que en los pueblos que le rodeaban, al igual que sucedía en Zalduondo". Y entre todos, Mauricio, Miguel y Bernardino eran a los que más ganas les tenían. Eran molestos. Eran maestros.

Cuando el 18 de julio el profesor Bernardino reunió a todos en su casa para escuchar "en la única radio que existía en el pueblo" las noticias de la sublevación militar, iniciaron una cuenta atrás que culminaría con su fusilamiento el 9 de agosto. De hecho, cinco días después de aquel encuentro recibieron la visita del coche con los cuatro fascistas que les amenazaron para que no huyeran a la zona republicana. También fueron a ver al cura del pueblo, el mismo que desde su púlpito había cargado contra los vecinos que leían periódicos progresistas, para pedirle que acudiera a la iglesia a dar misa al día siguiente como una jornada cualquiera. Pero el párroco les dijo que no porque "tenía miedo de la gente del pueblo", según recoge Gómez Calvo. La decisión estaba tomada. Los simpatizantes de la República, sentenciados. Así, cuando la mañana apenas apuraba sus primeras horas de luz, veintiséis requetés llegaron al pueblo apestando a odio contenido. Mientras el cura oficiaba misa en Galarreta detuvieron a cinco vecinos, entre ellos Pedro Salinas y el profesor Bernardino Domingo, al que "acusaron de ateo y de tener 'malos libros' en su escuela".


"Salvaos vosotros"
De hecho, los requetés quemaron sus libros en el patio del colegio mientras le mantenían retenido. Con las páginas aún en llamas subieron a Salinas y a Domingo en una camioneta con dirección a Vitoria, pero por el camino pasaron por Gordoa y Zalduondo, donde detuvieron a los maestros Mauricio Rodríguez y Miguel Gil. Ya en la capital alavesa fueron trasladados al pueblo navarro de Olazagutía, y de allí a la Sierra de Urbasa, a la sima del Otxaportillo.

Allí, frente al pelotón de fusilamiento, Pedro Salinas, consiguió escapar forcejeando con los requetés -otras versiones dicen que sobornándolos- y corriendo por el bosque mientras los asesinos se centraban en los que tenían delante. "Salvaos vosotros que yo soy mayor", gritaría Mauricio Rodríguez, que dejó una viuda y siete hijos, en los momentos de confusión durante la huida de Salinas. El Americano se salvó, contando posteriormente lo ocurrido en sus memorias, pero Zalduondo, Gordoa y Galarreta perdían a sus maestros, Sus esposas y familias sufrieron después la represión y el olvido, viéndose obligadas en muchos casos a abandonar sus pueblos. Las que se quedaron, como el caso de la mujer de Bernardino Domingo, tuvieron que soportar no sólo el dolor de su ausencia, también la marginación y el miedo. Álava, que desgraciadamente acostumbra a olvidar a sus referentes en beneficio de nombres más famosos y menos cercanos, sembró aquel 9 de agosto de 1936 una deuda que hoy empezará a ser saldada.

No será a manos de las instituciones, que en Vitoria siguen evitando -a sabiendas en muchos casos- nombres como los suyos a la hora de bautizar calles o plazas, o de alguna gran fundación que trabaja para preservar la historia. Al final ha tenido que ser un pequeño grupo de vecinos de Zalduondo, Galarreta y Gordoa los que recientemente se han puesto manos a la obra para luchar por la memoria y el reconocimiento de estos tres profesores alaveses, que murieron bajo el yugo franquista por educar a decenas de niños y niñas alaveses que pasaron por sus aulas. El fascismo acabó con su vida. Que no sesgue también su recuerdo.



José María Azkarraga Urmeneta


Nació en Agurain - Salvatierra el 28 de abril de 1886 y murió el 18 de septiembre de 1981 en Vitoria-Gasteiz.


Comenzó sus estudios básicos con el profesor Marcos Sagasti y, tras finalizar el bachillerato, trabajó en la Biblioteca Nacional de Madrid. Posteriormente, en 1907, opositó al Cuerpo Técnico Administrativo del Ministerio de Instrucción Pública y comenzó como secretario en el Instituto de Enseñanza Media de Bilbao para después ocupar el mismo cargo en el Instituto de Vitoria.

Al comienzo de la Guerra Civil se posicionó en el bando republicano y en 1936 fue nombrado Jefe de Negociado del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco.

La guerra también trajo el fusilamiento de su hijo José Mari, "Lurgorri", la condena a muerte de su otro hijo Emiliano, y el exilio forzoso de sus dos hijas, Lola y Begoña.

La vida de José María Azkarraga transcurrió entre Agurain, Madrid, Bilbao, Aramaiona y Vitoria. Allí donde se encontraba, difundió su patriotismo y su amor por la cultura vasca, lo que le llevó a investigar y escribir.

Su primer libro, publicado en 1916, fue una biografía dedicada a su maestro Marcos Sagasti, Biografía de D. José Marcos Sagasti y Pérez de Mendiola.

Algunos de sus trabajos más significativos son Eusko Folklore (1956) y El fuego del amor, obra de teatro representada por primera vez por el grupo de teatro donostiarra "Euzko Etxea".

Colaborador del «Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore», en 1951 y 1956, sobre vida pastoril y rural en Salvatierra. Ref. Jon Bilbao.

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Lurgorri


José María Azkárraga Mozo, más conocido por su pseudónimo Lurgorri (Rentería, 29 de octubre de 1916 - fusilado en Derio, 1937), fue un escritor y político de ideología nacionalista vasca, miembro del PNV.

El nombre actual del sindicato nacionalista de estudiantes Lurgorri Ikasle Elkartea honra su memoria.

Sus padres eran José María Azkarraga y Juana Mozo, nacidos en Agurain y Rentería, respectivamente. Debido al trabajo profesional de su padre —en 1916 el Ministerio de Instrucción le nombró Secretario del Instituto de Educación Media de Bilbao— la familia se trasladó a la capital vizcaína, y fue allí donde José Mari concluyó sus primeros estudios, hasta 1929. Aquel mismo año el Ministerio volvió a llamar al padre de Lurgorri para otro cargo en Madrid, y allá se trasladaron los padres y los cuatro hermanos.

En 1930, José Mari Azkárraga comenzó sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Para entonces, era ya un ferviente nacionalista vasco. Sus padres eran nacionalistas y vascófilos, y fue de esa fuente de donde José Mari bebió durante toda su vida.

Su padre, que con 21 años llegó desde Agurain - Salvatierra hasta Madrid para trabajar en el Ministerio, se alineó con los vascófilos en la capital española, recibiendo clases de euskera en el Ateneo madrileño, rodeado de personas como los vitorianos Odón y Ángel Apraiz, el músico Abdón González de Alaiza, el tenor de Zarauz Celestino Aguirresarobe, el compositor de Zumárraga Juan Ignacio Busca, y muchos otros que fueron grandes amigos suyos. El joven José Mari se contagió de aquel ambiente.

Había otra razón por la que la conciencia vasca de José Mari cada día era más sólida: desde 1925 la familia pasaba los meses estivales en Aramayona, y la posibilidad de un entorno plenamente vasco hizo que apareciesen en él fuertes pilares euskaldunes. Y aquellas estancias en Aramayona impulsaron un cambio natural en el joven, que sin olvidar su lugar de nacimiento, le llevó a considerarse natural de Aramayona.


Actividad política y literaria

Cuando estudiaba en Madrid se afilió al
Euzko Ikasle Batza (Agrupación de Estudiantes Vascos), y en 1933 fue nombrado presidente de la misma. Azkárraga trabajó con afán en la citada asociación, punto de encuentro de los estudiantes desplazados a aquella capital, haciendo de su labor una continua reivindicación en favor de la universidad vasca. Y comenzó a publicar artículos de opinión en las revistas y periódicos de la época, bajo el seudónimo de "Lur-gorri". Su ágil y comprometida pluma atrajo pronto al joven al sector de la política y al sindical. Como consecuencia, aumentó su compromiso en favor de la libertad democrática de Euzkadi, operando desde Madrid, pero cómo no, también desde el País Vasco, convirtiendo Aramayona en el lugar idóneo para ello.

Fue miembro del
Partido Nacionalista Vasco y del sindicato ELA-STV, y realizó innumerables trabajos literarios, publicados en "Amayur", "Euzko Langille", "Gudari" y "Euzkadi", sobre temas sociales, políticos, culturales y económicos. Hizo también incursiones en el terreno de los ensayos, aunque estos últimos no llegaron a ser publicados. En el corto tiempo en que pudo trabajar, el esfuerzo político y sindical de Lurgorri lo desarrolló y extendió, fundamentalmente, en el Valle de Leinz y en Aramayona.

La guerra civil

Al producirse la
sublevación militar del 18 de julio de 1936, se puso al servicio de PNV en Aramayona y formó con jóvenes del Valle de Leinz y de Aramayona la primera célula del que sería el "Batallón Amayur". Posteriormente, siguiendo órdenes del partido, trabajó como corresponsal de guerra en el frente de Euzkadi y también en Asturias, describiendo los sucesos del frente con gran realismo y fidelidad.

Fusilamiento

En octubre de 1936 fue nombrado comisario político del batallón Ariztimuño y en agosto de 1937 del batallón San Andrés. Tras la rendición de
Santoña, fue hecho prisionero por los franquistas el 28 de agosto de aquel año y a los dos meses, después de un simulacro de juicio en El Dueso, le condenaron a muerte. El 28 de noviembre fue trasladado a la prisión de Larrinaga, y el 16 de diciembre de 1937 fue fusilado, contra el muro del cementerio de Derio. Sus últimas palabras fueron "Gora Euzkadi askatuta" (Viva Euskadi libre)

El último escrito que publicó —en la revista "Espetxean" hecha a mano que los presos editaban primero en El Dueso y luego en Larrinaga— fue una glosa del postrero poema de poeta
Lauaxeta, expresando así Lurgorri su alineamiento con el sentimiento poético más comprometido en aquella época.

Josemari Vélez de Mendizábal


 
 
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