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El 29 de Agosto celebra la villa de Salvatierra-
Si en numerosas localidades del País Vasco las hogueras se encienden la noche de la víspera del 24 de junio, en Agurain para conmemorar el nacimiento de San Juan y el solsticio de verano se planta el tradicional “chopo” y se colocaban, hasta hace pocos años, las tradicionales “enramadas” en los balcones de las mozas (Ramas de guindos y cerezos que colgaban para declararse a las chicas), además de andar descalzos por la hierba ó meter pétalos de rosas en agua para lavarse la cara la mañana de San Juan, cuando el sol sale bailando, según la tradición.
Es decir se conserva el rito del agua, el del árbol, pero el del fuego se celebra el día 29 de Agosto, el día de San Juan “Degollao”.
EL RITO DEL FUEGO
De siempre el fuego en todas las culturas ha tenido propiedades mágicas, tanto al propio fuego como al humo que desprenden estas hogueras se le han atribuido cualidades mágicas, medicinales y renovadoras.
No es casualidad que en la hoguera de San Juan “Degollao” los niños recojan trastos viejos y toda clase de objetos que en las casas se arrinconan por gastados o pasados de moda para quemarlos, hasta hace unos pocos años quemábamos los pellejos de vino que el botero y el jefe de la alhóndiga nos suministraban a los niños, además de las ulagas que con un carro recogíamos por las eras, calles y barrios.
Se hacían fogatas y luminarias con motivo de las solemnidades que se citan en Actas de Concejo en tiempos muy lejanos, escribe Jesús Ruiz de Larramendi. En las Actas y Cuentas de las parroquias de San Juan y Santa María hay constancia de que se hacían fogatas con motivo de las fiestas patronales de las parroquias los días 24 de Junio y el 15 de Agosto.
Las fogatas se hacían con ulagas, de las que se traían carros de la dicha planta silvestre, por cuenta de la correspondiente parroquia. A la época que se remonta la costumbre, se desconoce, pero como se ha anotado, se hacían con motivo de las solemnidades.
La descripción de los ritos, en su totalidad, requiere recoger ciertos antecedentes sobre el acopio de las ulagas y que hasta los años de 1858, fecha que coincide con la supresión del pago de los diezmos a la Iglesia, reduciéndose los ingresos a las aportaciones el Ayuntamiento y provincia de Alava oficialmente, entonces ya se desconoce si la parroquia toma la decisión de suprimir las fogatas y el porqué de que únicamente ha llegado a la única hoguera en tal día. En los naturales en el recuerdo desde su infancia, es idéntica la forma de conseguir los materiales para realizarla.
Los niños se organizan en grupos, unos cuatro o cinco días antes de la fecha, para dedicarse por la mañana y la tarde a recorrer las eras, para pedir a los labradores los vencejos de atar los haces o gavillas de los cereales que ya habían trillado y que después de guardar en el pajar los necesarios para quemar la piel del cerdo para pelar en la matanza, los amontonaban a un lado de la era para que ser quemados en la hoguera de la noche de “San Juan degollao”.
Después de hacer el acopio en los cuatro barrios de extramuros, continúan por las casa de la calle, en las que también las amas de casa les entregan escriños, nasas, sillotes, sillas de asiento de paja, muebles viejos y utensilios de madera de cualquier clase. En las casas de los vinateros les dan pellejos y botas de vino y aceite en el taller del botero, recortes de cuero con pez de los arreglos que hacían a los pellejos.
A todos estos materiales los depositaban amontonados en el “cubo”, un huevo de bastante capacidad, formado entre un contrafuerte y el edificio saliente del baptisterio de la Iglesia de San Juan, resultante de cerrar el frente con la pared de sillería, en la actualidad desaparecida.
El vecindario acude a la plaza y bajo la dirección de un celador municipal se da fuego a la hoguera, los tamborileros comienzan a tocar los primeros fandangos y arin arin, jóvenes y mayores se colocan en círculo alrededor de la hoguera, tan pronto como tome fuerza el fuego comienzan a saltar los mas mayores por el centro y los mozalbetes por los lados. Después comienza la verbena hasta la medianoche.
LA FIESTA DE SAN JUAN DEGOLLAO EN LA ANTIGUEDAD
Veamos en que consistía la fiesta a principios del siglo pasado de “San Juan Degollao” . Los ritos religiosos de éste día, que era laborable, ya desde primeros de siglo, se celebraban con la solemnidad de las fiestas de primera distinguidas, hasta cerca del Concilio Vaticano II.
Se celebraba misa mayor para la que se revisten con los mejores ornamentos rojos de la parroquia, artísticamente bordados en oro, rara vez usados durante el año con exclusión de este día y procesión, en otro lugar mencionado, con la imagen de “San Juanico”, por el interior del templo dando la vuelta alrededor de la nave central incluido el presbiterio ; desde la supresión de las sepulturas y la colocación de bancos y entre ambas filas el ancho pasillo, por el que hace la salida de ésta y otras procesiones, así como el regreso a dicho lugar. Después se celebra la misa por un solo sacerdote, hasta ser la función como un día normal.
Al anochecer, los niños que se han dedicado a traer los materiales, que por realizar esa labor, contaba Larramendi, creían tener más derecho que los demás y con otros mozalbetes, bajo la dirección de un celador municipal hacen los preparativos para formar la hoguera, colocando los materiales y maderas mezclados con “vencejos”, para que prendan.
Los “vencejos” era una palabra antigua que se decía en Agurain de la atadura de centenos que se hacían con otras mieses.
El vecindario acudía por completo a la Plaza de San Juan: la juventud, los matrimonios con hijos pequeños y personas de toda edad y condición.
Se preparaban los tamborileros y comenzaban a tocar los primeros fandangos y arin-
Tan pronto como tome fuerza el fuego; los pequeños, medianos y mayores (solteros) comenzaban a saltar la hoguera, los mozos por el centro, los mozalbetes por los lados, los pequeños en la periferia, haciéndolo de uno en uno siempre del mismo lado, pero todos, procurando dar el salto más elevado y largo sobre las llamas y muchas veces entre ellas.
Cuando se apelmazaba la hoguera, se añadía más combustible y la fogata se extendía en sus dimensiones formando círculo y con la acumulación de todos los enseres seguían actuando los saltadores.
Se terminaba al consumirse y hacerse ceniza, que solía ser a la conclusión del baile que finaliza con la biribliketa formando un gran corro que circunvala la plaza alrededor de la hoguera y hacia las once se apagaba el fuego por completo con agua.
Por los años 30 se establece la costumbre que amenice también la banda de música ésta fiesta nocturna.
La fuerza de la tradición, la atracción del fuego, el riesgo al saltar sobre él, la renovación de los saltadores que se alternan con la animación de la romería, hacen de ésta noche veraniega y sencilla en apariencia, una fiesta entrañable que atrae y conserva su poder de captación año tras año.
En la actualidad acaba una hora más tarde.
Bibliografía:
Jesús Ruiz de Larramendi – Salvatierra-
Kepa Ruiz de Eguino – Bandas de Música y Txistularis de Salvatierra-
Fotografías:
Mirian Alkorta
Jaso Ruiz de Alegría
Txumari Garagalza
Zazpi Ruiz de Infante
Roberto Eguino
Kepa Ruiz de Eguino