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JUANITO EZKURRA
AZKEN IKASKINA
EL ÚLTIMO CARBONERO.
En la década de los 50 llegó procedente del valle navarro de Basaburua el carbonero de Asparrena Juanito Ezkurra con la intención de hacer carbón.
En esta época fue necesaria una gran cantidad de carbón para satisfacer la gran demanda de la ferrería de Araia y la falta de carboneros autóctonos atrajo carboneros procedentes de otros parajes de Euskal Herria. Nuestros carboneros tuvieron que vivir una época dura; debían pasar largas temporadas en los montes y bosques sin recibir el calor de los familiares. Sin embargo, el desarrollo del ser humano dio al traste con el método tradicional de conseguir carbón, pues con el invento de la electricidad comenzaron a utilizarse nuevos caminos para la consecución de energía.
Los trabajos para la obtención del carbón vegetal viene la antigüedad. Hace tres mil años, en la edad del hierro, fue necesario para poner en marcha las ferrerías el carbón vegetal que salía de las carboneras levantadas en los montes de Euskal Herria. De esta forma, las modernas fuentes de energía surgidas en el último siglo arrinconaron los recursos naturales hasta entonces utilizados. Estas energías pusieron punto y final al trabajo del carbonero. Debido a la riqueza forestal del país, la producción del carbón llegó a ser el verdadero sostengo de la socio-
La carbonera de nuevo en marcha.
Con la finalidad de recuperar y recordar la profesión que se había convertido en tradición propuso a Juan Ezkurra, el último carbonero de la zona que aun vive, la construcción de una carbonera. Dicho y hecho, Juan Ezkurra, con Victor Olabeaga y la ayuda de Kepa Azkona han querido recordar a los lugareños un capítulo de la historia del pueblo. Otro objetivo que se han marcado es enseñar a los jóvenes los entresijos la profesión que fue la base de la economía de la zona, para dar así a conocer el camino que en la antigüedad se seguía para la obtención del carbón, debido a que las nuevas generaciones no van a dar continuidad a esta profesión. Por todo esto inauguraron una carbonera en la calle Presalde de Araia.
La carbonera tiene 2,40 metros de altura, a la cual se le ha dotado de una tejabana para que pueda hacer frente a las consecuencias del crudo invierno. Así mismo, se han colocado unos paneles para el visitante que recogen las explicaciones del proceso seguido para la construcción de la carbonera. Es sin duda la iniciativa que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Aspárrena una oportunidad inmejorable para conocer la importancia que el trabajo de los carboneros ha tenido en la historia de nuestro pueblo.
Trabajo duro el del carbonero.
Juan nos dice que es duro el trabajo del carbonero, pues su jornada laboral empezaba cuando salía el sol acabando cuando éste se metía. En las mejores épocas construían una carbonera al día entre 8-
El modo de vida era solitario y dura, como muy bien lo represento Montxo Armendariz en la película Tasio. Era un mundo lleno de peligros algunas veces, según nos ha contado Juan, no en vano una vez se cayó por la boca de la carbonera y tuvo que andar con los píes quemados durante una buena temporada. Sin embargo, el de los carboneros, a parte de ser un oficio, es un modo de vida, según nos ha explicado Juan.
Construyendo la carbonera paso a paso.
Al principio de primavera, en luna nueva, cortaban unas pocas ramas de cada árbol, para así poder volver a podar nuevamente cada uno de estos árboles a la vuelta de pocos años. Una vez cortada la leña hay que formar una estructura de tipo de red que será la base de la carbonera, colocando en medio el poste y fijando a su alrededor cuatro trozos de madera de la mismo medida y así hacer el tiro de la carbonera.
Tras colocar los soportes internos de la carbonera, se empezará a construir de abajo a arriba, colocando los troncos más gruesos abajo y más finos cuanto más arriba subamos. Después de haber construido la estructura, se cubre la carbonera. El carbonero pondrá sobre el montón de leña hojarasca recogida en el bosque, pequeñas ramas y terrones de tierra, completando una estructura robusta.
Es de vital importancia cerrar todo muy bien, ya que si después de darla fuego, en vez de cocerse lentamente, entrase viento éste quemaría la carbonera por completo y habría el serio peligro de echar a perder todo.
Una vez realizado esto, se abrirán unas pequeñas oquedades alrededor de la carbonera, para que salga por ellas el humo. Por el contrario, se taparán rápidamente los grandes agujeros originados por el fuego interno. , pues de no hacerlo todo se convertiría en cenizas.
Lo único que falta es prender el fuego para dar vida a la carbonera. A continuación se sube por las escaleras situadas alrededor de la carbonera, se mete la brasa o "betagarri" por la parte superior del cono y se tapa con una chapa de hojalata.. Al cabo de pocas horas, veremos que sale humo por la carbonera y que la leña del interior comenzará a transformarse en carbón vegetal. El único proceso que falta por realizar en el interior de la carbonera es la pérdida de agua. : poco a poco el fuego absorberá el agua de la madera y se convertirá en carbón.
Por lo tanto la madera no se quemará; si no que se cocerá lentamente. Mientras la madera se cuece, el carbonero continuará alimentando a la carbonera, introduciendo las ramas más pequeñas, y tapando los agujeros abiertos por el fuego.
Una costumbre guardada a través del tiempo por los carboneros es colocar una cruz en lo alto de la carbonera, la cual actuará como símbolo protector de todo el proceso de hacer carbón, pero una cruz cualquiera, pues cada carbonera tenía que poseer su propia cruz.
Es éste el trabajo realizado por nuestros carboneros a lo largo de los siglos, tapado hoy en día, el cual se guardará en el recuerdo de muchos gracias a la iniciativa de Asparrena.
GEU Gasteiz. Número 148. Abril del 2.005.
Traducción de Joseba Rubio Saenz de Ojer
JUAN EZKURRA AZKEN IKAZKINA
Hamarkadan basaburu haranetik Asparrenara Juan Ezkurra izkina heldu zen ikatza egiteko asmoz.
Garai honetan Araiako burdinola asetzeko ikatz ugaria izan zen beharrezkoa eta herrian bertan ikazkinik ezean Euskal herriko beste txokoetatik erakarri zituzten ikatza egin eta nola egiten zen irakasteko.
Garai gogorrak bizi izan zituzten gure ikazkinek; mendi eta basoetan denboraldi luzeak ematen zituzten lanean senitartekoen berotasuna jaso gabe.
Gizarkiaren garapenak, aldiz, itzali egin zuen ikatza lortzeko bide tradizionala, elektrizitatearen.
Asmakuntzarekin batera energía bide berriak erabiltzen hasi zirelako.
Antzinakoa dugu egur-
Herrialdeko egur aberastasuna zela medio garaiko sozio – ekonomiaren sustengu izatera irritsi zen ikaskintza eta lan hauetan ibili ziren ehunka ikazkin Euskal Herri osoan.
Hauteko bat Juan Ezkurra da eta berriro ere txindor bat eraikitzeko gogotsu agertu da. Izan ere, oraingoan Araian, herrian bertan, txondor bat eraiki baitute.
Txondorra berriro martxan
Herrialdean usadio izandako lanbidea berreskuratu eta gogorazteko txondorra bat erakitzea proposatu zioten Juan Ezkurrari, eskualdean bizirik dirauen azken ikazkinari, eta Victor Olabengoa eta herriko Azkona laguntzaile izaki, herriko historiaren pasarte hau gogorazi nahi izan diete bertakoei.
Beste askori aldiz, gazteenei hain zuzen, eskualdeko ekonomian oinarri izandako ogibidearen nondik norakoak adeitasunez irakastea izan dute helburu, lanbidearean belaunaldi berria izango ez denez oroimnenean ikatza lortzeko antigoaleko bidea ezagutzera emateko.
Horrexegatik txndor bat inauguratu zuten otsailaren 12an Araiako pesalde kalean.
Txondorrak 2.40 metroko altuera du, teilatu bat eraiki behar izan diote negu latzaren ondorioei aurre egin ahal izateko eta bertara ingurutako.
Adiós a los carboneros de Araia
Un grupo de vecinos se reunió al mediodía frente a la carbonera de Araia, en la calle Presalde, para rendir homenaje a quienes fueran los últimos carboneros de la localidad, Juan Ezkurra y Kepa Azkona, fallecidos en el último año.
Un monolito de piedra con el nombre de los dos hombres descansa desde ayer junto a la carbonera instalada desde febrero de 2005 en la capital de Asparrena.
Kepa Gordo fue el encargado de iniciar el acto recordando que "el mantenimiento de esta carbonera era su mayor ilusión". "Hemos creído conveniente hacerles un monumento para que estén presentes cada vez que hagamos el trabajo de mantenimiento de la carbonera", señaló.
Las nietas de Juan y Kepatxo, María y Jaione, fueron las encargadas de descubrir el monolito de piedra cuya silueta recuerda al cercano monte Aratz. El acto fue sencillo, aunque estuvo cargado de emoción por parte de los amigos y familiares congregados, muchos de los cuales no consiguieron reprimir las lágrimas. Tras un sentido aplauso, los familiares de Juan Ezkurra y Kepa Azkona agradecieron su presencia a los vecinos y declararon sentirse "muy orgullosos de ellos".
Una de las hijas de Juan Ezkurra, señaló, con la voz entrecortada, "sentirnos muy a gusto por contar con parte de su trabajo en el pueblo". Otra de las hijas de Azkona tan sólo pudo dar las gracias a todos, embargada por la emoción. Los familiares no perdieron la ocasión de retratarse junto a la carbonera con el objetivo de "recuperar y dejar constancia de una vieja costumbre que surge en torno a una de las acerías más antiguas de Europa".
Como recuerdo de quienes fueron fiel reflejo de la idiosincrasia sociocultural de Euskal Herria, el pueblo de Asparrena quiso rendir homenaje a los hombres que se jugaron la vida en el monte para poder llevar pan a la mesa. Por ello ha elevado una carbonera, a la antigua usanza, para que mayores y pequeños tengan constancia de una vieja costumbre gestada, entre otras, en torno a las acerías Ajuria. Un grupo de vecinos se encarga del mantenimiento de la carbonera y lleva a cabo labores tales como el barnizado de las barandillas o el arreglo de los desperfectos.
En el pasado, Asparrena fue rico en madera y uno de los oficios derivados de dicha riqueza fue, precisamente, el de carbonero. Hoy en día es posible ver en los hayedos restos de las viejas carboneras, áreas llanas y redondas, desprovistas de árboles y cubiertas de una tierra muy negra. Cerca de ellas es posible encontrar algún haya de base gruesa a la que, a partir de cierta altura le salen hasta diez ramas, ya convertidas en árboles. Estas hayas eran las que se podaban para hacer leña en las carboneras. En otras ocasiones, se obtenía carbón de la leña sobrante y nudosa que no servía para hacer tablas.
El proceso de fabricación comenzaba con la poda o con la tala de árboles y el posterior corte de estos con sierras, hachas y cuñas de hierro. Tras allanar el suelo sobre el que se levantaba la carbonera o txondor, se marcaba el contorno con una cuerda o con una vara larga sujeta por un extremo, a la que se hacía girar para obtener una circunferencia. En el centro se construía la chimenea, un agujero llamado Ixondorzuba.
Hecha la meta y tapada con troncos y hojas secas de haya, musgo y helecho, con la aztal -
De vez en cuando, valiéndose de una escalera, se vertía betagarri por la boca de la chimenea. Para finalizar, se dejaba dos o tres días hasta que se enfriaba. Después se recogía en sacos y se sacaban unas treinta cargas a razón de cuatro sacos por cada una de ellas. Con cuatro kilos de leña se obtenía uno de carbón. En ocasiones, podía haber diez o doce carboneras del mismo pueblo a la vez en el monte.
Del pasado carbonero de la zona aún da fe una plataforma situada en las inmediaciones de la Cueva de La Lece.
EL ANTIGUO ORO NEGRO
Araia inauguró hace unos años una carbonera como homenaje a Juan Ezkurra, el último de los productores de carbón de la localidad.
Los recuerdos de toda una vida y sobre todo de una parte de la historia alavesa se agolparon en la mente de Juan Ezkurra cuando a sus 82 años, el último carbonero de la Llanada recibió el mejor de los regalos de cumpleaños de manos de sus paisanos.
En aquellos días del año 2005 se inauguraba una construcción para honrar su memoria y la de todos los carboneros que han trabajado durante siglos por todos los montes de los alrededores, se trataba de una carbonera, cuya edificación fue dirigida personalmente por Ezkurra.
Durante más de dos semanas, varios voluntarios del pueblo se pusieron a las órdenes de éste navarro de origen y alavés de adopción para talar los árboles adecuados, preferiblemente hayas y robles. Así elaboraron al más puro estilo tradicional una construcción de poco más de dos metros, que permanecerá a la entrada del pueblo como vestigio de uno de los más antiguos oficios de la zona.
La idea surgió para dar a conocer esta parte de nuestra cultura que está desapareciendo y no queremos perder.
SIN DIAS LIBRES
Juan recordaba alguno de sus avatares durante tantos años de trabajo en la carbonera: "Una vez me caí, dentro de una de las carboneras y si no llega a ser porque me ayudaron a salir, ahora no lo contaba", también explicó , "Lo más duro", la campaña de verano, que duraba desde Abril a Octubre y nos la pasábamos en el monte sin ver a la familia y por supuesto sin días libres". Contaba.
Lo mejor para él sin duda, "cuando cargaba el último de los sacaos" sonreía pícaramente. "Y eso que he hecho carboneras que daban 2000 sacos de carbón, recordaba.
Durante unos años disfrutó de un relajado retiro junto a sus amigos que no perdían ocasión de reunirse para charlar, narrando sus peripecias en torno a un material que constituyó el eje de sus vidas, también disfrutó junto a su mujer y sus hijas en la localidad que pasó la mayor parte de su vida y donde murió hace unos años.
Fotos y textos:
Familia Ezkurra de Araia, Txaro y Nancy Ezkurra
Geu, Juanito Ezkurra Asparrenako azken izkina
Beatriz Corral – El Correo
Eva San Pedro -
Joseba Rubio Saenz de Ojer
Kepa Ruiz de Eguino