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Las Murallas de Agurain

Sitios con encanto

MURALLAS DE AGURAIN



Kepa RUIZ DE EGUINO


MURALLAS DE AGURAIN

Es posible que la vieja Agurain, citada en el año 1.025 como Hagurahin, recibiera primero un fuero navarro, como creía Julio Caro Baroja. Sea esto así o no, lo cierto es que el rey castellano Alfonso X el Sabio, le dio carta – puebla en el año 1.256, documento en el que le da el nombre de Salvatierra; propagandístico, por decirlo de algún modo- piénsese en otros parecidos como Segura, Villafranca y un largo etcétera – para afianzar el poder real contra la nobleza díscola. Añadamos que nuestra villa tiene un tercer nombre: Salbaterra empleado por los euskaldunes de Urbia y Zegama.

Agurain – Salvatierra presenta el trazado típico de las villas camino, con tres calles porticadas, dos iglesias como baluartes y un conjunto en el que destacan varios palacios y casas solariegas con escudos.
 
Rodeada por una muralla en casi todo su perímetro de cerca de dos kilómetros fue paso obligado de peregrinos y arrieros que traían desde Castilla, Aragón y Valencia sus mercancías o desde La Rioja y Navarra sus vinos hacia los puertos de Donosti y del Cantábrico y desde la costa el pescado a través del Puerto de San Adrián. Y el contrabando jugaba también su papel, aunque la vigilancia era grande. Por eso Alfred Jouvin dejó escrito en su libro “Viajeros de Europa” (1672) “Si habeis de creerme, no paseis dentro de las murallas de Salvatierra porque en esta pequeña villa residen los aduaneros que registran todo”.

Las murallas de Agurain aparecen mencionadas una y otra vez en la documentación de la Villa. El rey Alfonso X el Sabio eximió a sus habitantes  del portazgo “para que se pueble mejor, mantengan y cerquen la villa”.

La concesión de éste Privilegio por parte del rey tuvo dos consecuencias inmediatas sobre la recién fundada Villa, que marcaría sus rasgos definitorios, todavía presentes en la actual Agurain. La celebración del mercado semanal de los martes y la construcción de las murallas, que todavía hoy marcan los límites entre los urbano, es decir intramuros y lo rural, las eras y barrios que rodean el Casco Medieval.



Según la tradición oral, las murallas fueron construidas por los moros; esto es posible, ya que fueron realizadas por la Corona de Castilla que a menudo usaba mano de obra musulmana, lo que es seguro es que erigieron en piedra desde un principio y que se prolongó durante todo el siglo XIII, como demuestra un Privilegio de Sancho IV en el año 1286 por el que se dispensaba a Salvatierra de un impuesto que pagaba a la Corona para que pudieran concluirse.

En el año 1.290 se habla de un foso lleno de agua que, con toda probabilidad, rodeaba parte del recinto amurallado. Sabemos, además, que a intervalos más o menos regulares existían unos torreones de defensa y un paso de ronda de unos dos metros de ancho en la misma muralla, del que actualmente sólo se conservan los tramos de las Iglesias de San Juan y Santa María.

Se podía acceder a la Villa por siete puertas, las conservadas hoy, de las cuales dos tenían elementos defensivos de mayor entidad. No hay que olvidar, por otro lado, que las dos hermosas Iglesias son construcciones con un marcado carácter de fortaleza.

Alzada sobre una colina, su posición estratégica le valió más de un quebranto.

Entre los muchos males que ha padecido Agurain no hay que olvidar el terrible incendio que aconteció el mes de Agosto del año 1.564. Muchas de las piedras caídas fueron utilizadas por los vecinos para levantar las viviendas, lo que obligó a las autoridades municipales a dictar severas normas.

Las guerras de los comuneros en 1.520 contra el Conde de Salvatierra, el Señor de Ayala, la invasión francesa (1.808 – 1.813), contribuyeron más aún al deterioro de las murallas. Hay que recordar, sobre todo, que los carlistas se llevaron más de diez mil carros de sillería para fortificar el cercano castillo de Guevara en el año 1.833. La piedra se quitó particularmente del barrio de San Jorge, en la actualidad la parte más deteriorada.

Pero el siglo XX tampoco ha sido propicio para las murallas. Se han construido viviendas  con grave deterioro de la parte amurallada, se han rebajado éstas para mejorar las vistas en el Convento de las Clarisas, se han abierto ventanas, etc.   una serie de calamidades que hemos heredado.

Trabajos arqueológicos en la antigua muralla de Agurain aprovechando las obras del nuevo Conservatorio de Música.

LAS SIETE PUERTAS

Siete puertas comunicaban la villa con los barrios extramuros. Dos eran grandes e importantes, la de Santa María al Norte y la del Portal del Rey al Sur. Las cinco restantes eran más pequeñas y se encontraban en el flanco oriental y occidental de la Villa.

En el lado oriental se encuentra el Portal de la Madura, la Puerta de la Carnicería o “Portalico” y el Portal de Arramel o Portal “Chiquito” que es el único que se conserva con sus cubos y que era el que servía de entrada al barrio judio. Para hacernos una idea, podemos acercarnos al Barrio de Arramel “Urdai Gutxi” ó Poco Tocino entrada a la judería. Sabemos que en el año 1.713 se obligó a levantar el cubo del Portal Chiquito y parte de la muralla hasta una altura de más de metros.

En el lado occidental, la puerta de Ula o del Rosario y la de San Sebastián ó Andraiturri. Todas las puertas han permanecido en su lugar hasta épocas muy recientes y se suprimieron al mismo tiempo que los arbitrios municipales.

Paso de ronda de la Iglesia de San Juan
Muralla de la Iglesia de San Juan con sus almenas y saeteras, el artilugio de madera se usaba para atar de pies y manos a los presos en la Edad Media
Foto de eusko ikaskuntza del Paseo de las Murallas de Agurain que da al Noreste
Torreón de la Casa de las Viudas que defendía el Portalico y única casa que no se quemó durante el incendio de 1564
Ultimas obras de recuperación de la muralla, la parte que rodea al Ayuntamiento de la Villa
Las casas forman parte de la muralla sacando ventanas y miradores en los últimos años
 
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